Entre las provincias
de Burgos y Soria, y a lo largo de 26 kilómetros, se desarrolla un profundo y
serpenteante cañón: el cañón de Río Lobos.
Esta estructura
geológica se configura sobre una paramera de materiales calcáreos y de
superficie casi plana. El cañón se ha tallado sobre los materiales carbonatados
del Cretácico superior, dejando escarpados resaltes que en algunos lugares
alcanzan desniveles próximos a los 200 m.
Este hecho da una
idea del enorme desgaste al que se ha visto sometida la roca caliza por la
acción de las aguas fluviales y subterráneas, habiéndose producido un fuerte encajamiento
de la red de drenaje, por la disolución de la roca caliza.
Toda la secuencia
sedimentaria de cañón apenas ha sufrido deformación, dando lugar a amplias
superficies peneplanizadas. Si a este fenómeno geológico se le añade que la
composición del material por donde discurre el río es carbonatada, se tiene
como resultado final la génesis de una morfología fluvio kárstica.
La secuencia
sedimentaria comienza con unas calizas nodulosas en las que frecuentemente
aparecen intercalaciones de tipo margoso de potencia estimada en unos 175 m. A continuación, se
depositaron unas calizas masivas, que son los
materiales donde se desarrolla el cañón. Ambos tipos de materiales se sedimentaron bajo unas condiciones
marinas, pasándose de un medio intermareal a uno de carácter más restringido.
Todo este conjunto
sedimentario está limitado por importantes discontinuidades estratigráficas,
que a veces dejan rápidos y bruscos cambios de facies.
La génesis de esta estructura
hay que relacionarla con un proceso de sobreimposición de la red de drenaje. El
río, en su discurrir de manera divagante, fue erosionando los materiales más
deleznables y menos potentes del Terciario y del Cuaternario. Cuando
alcanza las calizas cretácicas se produce el encajamiento de la red y en
consecuencia se origina una profunda garganta, que el río es incapaz de
abandonar.
La paramera donde se
ha labrado esta estructura, actúa como un relieve de tipo mesa, en el que los
estratos aparecen dispuestos de forma horizontal o con un escaso buzamiento. Esta
disposición facilitó que el río discurriera de manera tranquila por una
superficie donde no tenía que salvar grandes diferencias de cota y en
consecuencia adquirió ese carácter divagante, que posteriormente se ha
transmitido a todo el cañón.
A la vista se contemplan enormes paredones de varias decenas de metros de elevación.
El cañón es fruto de una doble erosión: la debida al desgaste del propio río y la debida a la disolución de la roca por el agua.
Toda el
área es un inmenso karst con muchas cuevas y simas, además de
sumideros. Se pueden contemplar varias surgencias y sumideros. Las primeras aportan un elevado caudal al río. Los segundos son aquellos lugares por donde el río alimenta al acuífero carbonatado y pierde parte o todo su caudal.
El sistema de aguas subterráneas y acuíferos es muy completo,
encontrándonos con formas tanto endokársticas (simas, galerías, cuevas, etc.) como
con fenómenos gravitacionales debido al levado grado de diaclasado de las
calizas el cual facilita la individualización de grandes bloques. Cuando estos
bloques se descalzan por la erosión del sustrato, se produce la caída de los
mismos, originando importantes desprendimientos de rocas.
El acuífero kárstico del cañón está formado por calizas del cretácico que se apoyan sobre una base impermeable de margas. Este acuífero es muy vulnerable a la contaminación ya que su parte no saturada no depura de manera idónea el agua que le llega, es por esta razón que los pueblos que vierten al río Lobos tienen que tener especial cuidado a la hora de depurar sus aguas.
En algunas zonas del río
se puede observar como éste desaparece para luego volver a aparecer, principalmente en época de
estiaje para luego volver a aflorar aguas abajo del
Puente de los Siete Ojos, de ahí que al río Lobos se le conozca también como el
Guadiana castellano.
Las imágenes que
siguen están tomadas en verano, durante el mes de agosto. Abarca el recorrido
del cañón que parte desde el pueblo de Ucero hasta el Puente de los Siete Ojos,
aproximadamente 10 Kilómetros, todo el recorrido en la provincia de Soria. La
falta de agua en superficie fue una constante durante gran parte del camino.
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